BP kudu horn

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jueves, 1 de junio de 2017





Una sugerencia opinable

Y otra vez que se acaba otra asignatura.

En este caso, una asignatura que me ha llevado y que he llevado de la mano corriendo consciente de un sprint  que me deja casi sin respiración.

Soy poco de libros de texto pese a mi apariencia academicista, y mucho de vivir lo que he de estudiar. Y realmente, siempre me ha gustado el lenguaje

Además e que siempre se me ha dado bien, siempre he disfrutado con la escritura, con las normas, con las tildes, las excepciones y con los significados. Y siempre me ha gustado porque siempre me ha gustado leer, entender lo que leo y saber cómo está estructurado. Y pienso que esa es la dirección adecuada. Motivar, hacerse preguntas y encontrar los por qués . Y no hacer preguntas para creer que así motivas a buscar el por qué. Esa manera, pedagógica, didáctica y educativamente, se ha demostrado que no tiene futuro alguno.

Pero he de decir algo. Aun así, tenía su encanto. Parece mentira, pero había veces que las clases eran extrañamente atrayentes.

Mis años estudiando lenguaje no eran los años de ahora, dedicados a rellenar y a unir con flechas. “Ordena, fija y da esplendor”, dice el lema de la RAE, de la Real Academia Española de la Lengua. Pero poco de eso queda en la clase de Lengua Española de Educación Primaria.

Hace poco leí un libro de uno de sus afamados académicos,  Arturo Pérez Reverte, “Hombres buenos”. En él se habla de las peripecias y vicisitudes que dos académicos sufren, en gran parte por la oscurantista sociedad española de finales del S XVIII para adquirir un XXXX completo de la Enciclopedia de Dalembert, Diderot, Rousseau y  Voltaire.

Pues en esas trece estamos nosotros con nuestra clase de lengua española, aun acosada por la herencia de un “rancio” académico (Fernando Lázaro Carreter) que quiso llenar de contenido el río cantarín incontenible de la lengua, que brota de mil maneras, y que  a través de él, con la excusa de su intervención, y favorecidos por su intervención se han embalsado, remansado y canalizado en diversos  ámbitos y áreas.

Y quizá debamos ser ahora los profesores eseos hombres buenos y dedicaros a luchasr por la clase de lenguaje que queremos, en vez de lamentarnos por la que queremos. Y en este caso, volver la vista al pasado, al revés que en la canción, es una muy buena opción.

Mis años estudiando lenguaje eran de libro y bolígrafo.

Libro para leer,  que no para memorizar, y bolígrafo para escribir, que no para tomar aldictado contenidos. Y si ya era esto así, ¿por qué ahora si lo es?

Por lo tanto, permitidme un alegato a favor del lenguaje. De mi querida clase de lengua española sin un libro de texto. De mis horas hablando hablando de Platero y yo……….

¿Y  a qué viene esto, me podéis preguntar?

Creo que el lenguaje que adquirimos, el que articulamos, que practicamos, que compartimos, que transmitimos por redes y aplicaciones informáticas (algunas veces de forma tan deplorable que pierde su sentido y significado y pasa a ser un pastiche insondable e ininteligible) y que reflejamos en un trozo de papel o  que expresamos al viento no será más que la mochila de nuestras vivencias e intereses.

Recordemos que esta asignatura se llama lengua española, y que los aprendizajes que adquiramos nos deben servir para desenvolvernos en esta lengua el resto de nuestra vida. Y así, no se trata de exhaustividad, de crear filólogos a los 12 años y ocupantes de cátedra con 18. Se trata de incluir y de recoger lo subyacente con el fin de crear usuarios aventajados, capaces de usar el lenguaje, en todas sus vertientes, con soltura.

Cada vez son más patentes dos corrientes en la enseñanza de la lengua española.

La que busca a toda costa que el profesor cumpla con los contenidos curriculares de todo el curso en toda circunstancia, ante viento y marea, escrupulosa en grado sumo de que nada quede en el tintero academicista y cumplidor; y la otra, y la que ante todo busca la vivencia, la experiencia, y se olvida del libro, de las normas curriculares y tan solo persigue que el alumno adquiera aprendizajes significativos desde si mismo y entre iguales, ayudándolo de manera puntual. Y en este caso, el puntapié al libro de texto es tarea fundamental.

Cierto es que no todo puede ser vivido en primera persona, o no somos capaces de enfocarlo de esa manera debido a nuestras propias limitaciones mentales,  por lo que siempre se deben  suministrar pequeñas clases magistrales muy dirigidas, como píldoras de efecto inmediato ante problemas o en cómodas dosis individuales y personalizadas.

Centrarse en que los alumnos vivan, disfruten y experimenten lo que es la lengua es la premisa fundamental de cualquier profesor de lengua española.

La lengua se adquiere de la vivencia, del vivirla, practicarla y “palparla” día a día,; de la acción, y  no del estudio puntual de normas y reseñas.

Ese debería ser el compromiso que cualquier profesional debería tener en mente. Hacer vivencial una asignatura que ante todo es práctica, y no teórica, y que los alumnos, los verdaderos protagonistas del proceso de aprendizaje, lleven a cabo aprendizajes significativos desde la práctica, desde la significación, desde  si mismos, y no por el abordaje a un libro de texto que en realidad poco tiene que aportar a consolidar aprendizajes que deben partir de la casilla de salida de un niño, y no de la mesa de trabajo de un sesudo académico o del redactor o el editor de una editorial que no ha dado clase en su vida a los niños



Y una vez expuesto mi punto de vista, os quiero comentar los aspectos más relevantes que yo mismo  he vivenciado e incorporado a mi “mochila” de lengua española.

En este caso no son libros. Son aprendizajes; son recuerdos despiertos o despertados tras una hibernación de  más de 30 años; osos de capa parda a la espera de su primavera.

Y estos osos han venido a despertarse en la primavera de mi nueva vida, facilitando y entorpeciendo a la vez, torpes  de paso y carrera, enormes de proporción, nobles de ser.

Conozcamos a estos osos.

Así, en la primera entrada, dedicado al  lenguaje oral , a las charlas animadas, a los debates y a la expresión, mi oso es la opinión personal. Saber expresarse. Saber comunicar y comunicarse en un contexto; saber decir lo que queremos de manera clara y concisa; de una manera crítica, críticamente. Pero esa crítica no es ácida. La acidez de la crítica es un condimento que ponen los demás. Ser crítico es ser comprometido. Es entender el contexto. Y el contexto es la base de la buena expresión.

La segunda entrada, dedicada a la lectura, ha despertado en mi al oso del querer, del buscar, del leer sin control,  a bocanadas, a tragos densos y profundos  todo lo que cae en ms manos, de esa ansiedad de necesitar que todo pase por mi vista; de disfrutar de las letras y las palabras; de no parar de asistir, como privilegiado invitado, al devenir de acontecimientos que ni han existido ni existirán; de apasionarme y ser un apasionado de esos hatillos de papeles que capturan polvo, y nos trasladan allá donde estemos preparados.

Mi afán ha sido, es y será crear, despertar y promover esa pasión que yo siento en todos cuantos me rodean. Pero, si al menos consigo despertar la curiosidad de alguna persona, daré por muy bien empleado el tiempo y la pasión dedicados a este menester.

En la tercera, la escritura, se despertó el oso del gusto por la caligrafía, por expresar con la grafía mi propio ser, una extensión de mi que merece y debe ser vista y reconocida por los demás. Y eso es la escritura. Una parte del yo más personal de cada uno que cada uno debe crear en base a sus experiencias, a su vida. La forma en que realizamos cada letra, en como las unimos, en como las separamos, es una parte de nosotros. Y nosotros, desde nuestra posición, debemos ayudar a que nuestros alumnos logren expresarla con naturalidad y eficiencia.

De la cuarta entrada, ortografía y semántica,  hace ya tiempo que tengo a su medrando por mi crebro. Siempre me han encantado las palabras. Poder decir lo que siento con sus palabras justas, ni cortas ni largas. Precisas. Quirñurgicas. Durante un tiempo tuve que anestesiar a ese oso en pro de la eficiencia científica. Pero ese yo, que no era yo, ya acabó.

Y nosotros debemos ayudar a nuestros alumnos a que logren expresarse con las palabras que ellos quieran expresar. Que el desconocimeinto, la madre de la intolerancia y la manipulación no anide en sus cerebros. Que las herramientas de las que dispongan les peritan ser autónomos, y que nadie, sea quien sea, ponga su voz en sus bocas.

Y que, por otro lado, sea cual sea el significado de lo que lean o escuchen, sepan interpretarlo correctamente en su contexto.

He hablado varias veces de la RAE en este trimestre, en estas entradas.

Sé que puede resultar un tato tostón, pero conocer de donde venimos, lingüísticamente nos puede ayudar a conocer y a crear el camino adonde vamos.

Y de la quinta,  de la morfosintaxis, de ese monstruo que suma muchas más aversiones que simpatías, ha despertado en mi un pequeño osezno de pelo dorado y suave. El oso de lo que aun está por venir, de seguir formándome como al se le forman sus pata, sus ojos de botón, sus orejas siempre alerta.

Y siempre alerta debo estar para recoger la nueva información, los nuevos contenidos, los nuevos recursos para los nuevos contextos.

Creo que estos osos, puntales de mi conciencia lingüística deben volver a medrar en mi cerebro. Y no volver a dormir jamás. Y pienso, así mismo,  que estos osos, convertidos en lobos trotones, en linces saltarines,  en escurridizas ginetas o en elásticas culebras deben medrar en los cerebros, en las mentes de los alumnos para ser parte de su proceso de aprendizaje, de su ADN como usuarios del lenguaje español, y de sus propias experiencias lingüísticas.

Pero, a pesar de haber despertado, el aprendizaje esta vez no ha sido fácil, nada fácil. El camino de esta senda lo he realizado solo, muy solo. Demasiado solo, conscientemente inconsciente de que el camino, mi camino, se estaba separando de la ruta que me había marcado. Pero incapaz de asumir la cascada de acciones que debía realizar cada día he ido haciendo acopio de hormiga de las entradas para que al final, el día indicado, poder subir documentos que puedan ser partícipes ante vosotros de mi aprendizaje, espero que efectivo.

Como veis, esta vez no hablo de autores, o de libros, más allá de la RAE, o al menos hasta el momento. Porque libros hay. Y hay que hablar de ellos.  Y específicamente ha habido un autor del que me he hecho seguidor impenitente. Se trata de Francesco Tonucci. Irune nos propuso su artículo “el nacimiento del lector”, y como tal, he ido buscando e indagando sobre otros textos de este mismo autor, y he descubierto un enorme caudal de información, experiencias, opiniones contrastadas e ideas sobre el papel del niño en sus propios ambientes y contextos que me han llevado a modificar algunos de mis puntos de vista.

Sinceramente, os recomiendo sus libros  "La ciudad de los niños", “¿Enseñar o aprender?” o “Cuando los Niños dicen ¡Basta!”, así como los artículos.

Rissotto, A., & Tonucci, F. (2002). Freedom of movement and environmental knowledge in elementary school children. Journal of environmental Psychology, 22(1), 65-77.

Tonucci, F. (2001). ¿ Cómo introducir la investigación escolar?. Investigación en la Escuela, (43), 39-50.

Tonucci, F., & Rissotto, A. (2001). Why do we need children's participation? The importance of children's participation in changing the city. Journal of Community & Applied Social Psychology, 11(6), 407-419.



O su contribución al libro:



Estruch, V. R., Esteve, P. P., Guerra, M. Á. S., Nonreb, O., Tonucci, F., i Paulí, P. P., ... & Zirtae, A. (2012). Pensando en el futuro de la educación: Una nueva escuela para el siglo XXII (Vol. 39). Grao.



Y espero que Frato, su pseudónimo, os sirva para ver desde un enfoque más funcional, más ecosistémico, más completo, en vez de resignarnos y ver al niño como alumno, desde nuestro estrecho y tal vez distorsionado punto de vista.

Vivencias, este trimestre, no he tenido tantas como otras veces en la universidad. Pero si que he de reconocer momentos muy divertidos, momentos de asueto en clase.

Y también algunos de los momentos más interesantes y profundos al hilo del proceso de aprendizaje del lenguaje.

De esa clase se generó un mapa de ideas del que estoy realmente orgulloso, y que viene a abundar en mi interés por la exploración de los contextos, los ambientes y los “ecosistemas”. Vaya, al fin salió esa cara mía del interés por el interés en saber.

Pero considero, que más que saber, mi interés debe ser comprender y ceder. Ceder herramientas motivadoras; ceder herramientas para ayudar a comprender; ceder y ponerme al servicio de…..

Quizá este artículo final renga demasiado de reflexión y poco de contenido. Perdonadme si así os lo parece. Pero es lo que brota de mi cabeza al volver a hojear apuntes, papeles y carpetas.

NO he dado ni recibido apenas retroalimentación sobre el trabajo.

Perdón por no hacerlo.

Me encanta estar en las reflexiones y al cabo de los comentarios. Pero este proceso ha sido el proceso de una hormiga, ahorrando y buscando con qué dar forma al armazón de mis contribuciones, y no el de el “fanático del lenguaje que bulle. He tenido que controlar y controlarme para no desgastarme de manera inútil en busca del fin mayor de acabar mis estudios. He debido ser egoísta, y tampoco estoy orgulloso de ello. He tenido que primar lo funcional frente a lo pasional. Al menos, los resultados me han acompañado, aunque la procesión va por dentro.

Al menos, espero que  el puñado de contribuciones que ahora subo, de sopetón, os sirvan para indagar, o para tener un punto, con un punto me conformo diferente en algún aspecto que se relacione. Con eso, estaré realmente contento.

Y, por último, muchas gracias a todos vosotros, compañeros de clase.

Evidentemente tengo mayor afinidad por unos que por otros. Es la esencia del ser humano, elegir. Pero también elijo escuchar todo lo que se desarrolla a mi alrededor e incorporar aquellas ideas que se plantean de forma razonada.

Y por ello, por ayudarme a ser y convertirme en un ser mejor con cada sesión de clase, os doy las gracias.

Y, espero que como último paso en este blog,  y tras este proceso catártico, tan solo me queda deciros un hasta luego. ¡Buena caza, y largas lunas!


1 comentario:

  1. Muy bien toda la parte reflexiva y escasa, como comentas, la de los contenidos. Te has ceñido a las actividades y, en esta asignatura, estas no pueden atender a toda la teoría de cada tema.
    Un gran trabajo no obstante.

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